La obra y la vida de Ismael Kachtihi del Moral son un territorio emocional ; la emoción estratificó en gran parte este territorio : resurgen las imágenes del pasado, profundamente enterradas o apenas recubiertas con un fino sedimento ; imágenes reconstruidas por la labor compleja de la invención. Joyas ocultas en su ganga de artificio estructuraron, todas, esta arquitectura interior de la que habla Kandinski.
En el crisol que era Tánger, se efectuó la fusión progresiva de los elementos primarios ; en el secreto del «laboratorio», así como Ismael llama su estudio, aprenderá a extraer esta «esencia común» de la que habla el narrador del Tiempo recobrado ; obras pintadas, vídeos o instalaciones, el objetivo primero jamás es traducir plásticamente una experiencia cualquiera de la vida en sociedad tal como ella realmente habría sido vivida, sino recobrar, en la profundidad del yo, una realidad universal y humana.
Reconstruidos por el trabajo lento de la memoria y de la imaginación, resurgieron, como del fondo de un mar de blancura, los recuerdos de la infancia despreocupada, libres todavía de todo sentimiento de culpabilidad. En este desván de la memoria, circulan los murmullos y las risas infantiles del deseo, el roce de las caricias, como de dulce aleteos ; suenan de nuevo las canciones infantiles que se habría podido considerar olvidadas.